sábado, 25 de abril de 2015

Restaurando mi letra

Desde chica la escritura fue ese lugar secreto donde dejar libres los pensamientos.
Eso que no se le dice a los grandes, porque están muy ocupados siendo grandes,tenia que salir hacia algún lugar y los renglones fueron grandes contenedores de los estados mas diversos.
 Una mala decisión,pensándola desde un hoy diferente,tal vez una equivocada vergüenza,me llevo a no dejar rastros de esa época. O eso creo...
Se me aparece el recuerdo de estar sentada en una camioneta que fue parte de mi familia,con mis hojas apoyadas en el volante y mi mano dolorida de escribir. Mi mejor escritorio apostaría. En esta memoria el día es frío,el cielo gris y el espacio elegido solitario y seguro. Puede que nada de eso sea real pero seria un buen comienzo para una historia.
Los intereses de la adolescencia me alejaron de la escritura,malas experiencias, gente que no encuentra la salida de emergencia en su nariz.
De alguna manera esto de apretar la lapicera siempre estuvo ahí, tener un papel cerca me hacia/hace sentir menos sola, cualquier idea, frase, sonido o sensación se puede compartir y tomar vida en un mundo de infinitas posibilidades.
El hecho de estar lejos de casa,en una cultura diferente me llevo a volver a agarrar un cuaderno y fluir.
Sentí la sangre correr cada vez con mas fuerza,la necesidad de perderme en la historia de algún libro, incluso leer en otro idioma y escribir...sin saber por ni para que,escribir solo por hacerlo.
Hoy mientras jugaba con las propuestas de un libro sobre escritura me atrapo  la mirada mi letra. Hacia tiempo la notaba tosca y apurada. Poco definida,insegura. Hoy volví a ver mi letra de cuando era chica pero madura. Algo de locura debe haber en esto, no me niego.
Puedo filosofar diciendo que me encontré como mujer mientras reflexionaba sobre lo que me hacia sentir un poema o simplemente admitir que extrañaba este vicio mas de lo que se puede describir acá. 
Vuelvo a darle la mano a mi vieja compañia y me permito registrar todo lo que pasa por mis sentidos, dejarlo ahí sin miedo a que sea leído, hasta este impulso de compartirlo,lo releo,lo edito, me rio, reflexiono y aprendo de mi lo que tanto buscaba afuera.
Me restauro...

¡ Bienvenidos al proceso !

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